pero no es tenebroso,
no es chirriante.
Se desarrolla a pasos de parca
sobre la cáscara del mundo.
Los días son apacibles
casi felices
y todo es un salto rápido entre el chiste
y la duda más profunda.
Una ilusión.
Una pantalla sin marco,
apacible, digo, como una película.
Somos
por fin
espectadores de nuestra propia desgracia,
de nuestro amargo postre.
Y creemos,
nos decimos,
que todo va a pasar,
que es solo una pasajera gripa.
Pero en el fondo escuchamos
el zumbido de la caída,
del derrumbe que no sabemos
cuánto va a durar,
del desplome lento que se irá aporreando de a pocos,
a tumbos,
aquí
y allá.
Mientras todos lo vamos viendo,
lo vamos leyendo,
nos lo vamos contando.
Una ilusión.
Una pantalla sin marco,
apacible, digo, como una película.
Somos
por fin
espectadores de nuestra propia desgracia,
de nuestro amargo postre.
Y creemos,
nos decimos,
que todo va a pasar,
que es solo una pasajera gripa.
Pero en el fondo escuchamos
el zumbido de la caída,
del derrumbe que no sabemos
cuánto va a durar,
del desplome lento que se irá aporreando de a pocos,
a tumbos,
aquí
y allá.
Mientras todos lo vamos viendo,
lo vamos leyendo,
nos lo vamos contando.
De Parafina (cantos chonetos desde el fin del mundo)
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