Una gota de agua cae vertical sobre un lago turbio
siempre turbio, desordenado, exasperado.
La gota, por un momento, ordena las ondas superficiales,
el movimiento del universo se parte infinito en pedacitos.
No desgasta el choque.
Pocas superficies se liman con gusto, se lamen
y liberan las notas de divinos amanuenses irracionales
en un jugo invisible que transporta y llena,
desorden que recoge su propio desastre.
A un laberinto entran guerreros
tocando campanas, rechinando.
Todo adentro, nada afuera,
como el dolor que no está en las cosas, no en el mundo,
sí en el cuerpo,
capaz de sonar como todos los instrumentos.
Donde todos los arrullos tienen lugar.
El pentagrama rasga sus cuerdas
en las escalinatas de su edificio
y crea cadenas de neuronas.
Una corriente echa a andar
y todos creen que la fiesta está afuera
y solo creen que la fiesta está afuera.
Acoger imaginar mover.
siempre turbio, desordenado, exasperado.
La gota, por un momento, ordena las ondas superficiales,
el movimiento del universo se parte infinito en pedacitos.
No desgasta el choque.
Pocas superficies se liman con gusto, se lamen
y liberan las notas de divinos amanuenses irracionales
en un jugo invisible que transporta y llena,
desorden que recoge su propio desastre.
A un laberinto entran guerreros
tocando campanas, rechinando.
Todo adentro, nada afuera,
como el dolor que no está en las cosas, no en el mundo,
sí en el cuerpo,
capaz de sonar como todos los instrumentos.
Donde todos los arrullos tienen lugar.
El pentagrama rasga sus cuerdas
en las escalinatas de su edificio
y crea cadenas de neuronas.
Una corriente echa a andar
y todos creen que la fiesta está afuera
y solo creen que la fiesta está afuera.
Acoger imaginar mover.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario